William Case Morris es sin dudas uno de los gigantes en la historia de la educación argentina. Una figura sólo comparable por su trascendencia a la del presidente Domingo Faustino Sarmiento.
William Morris nació en Cambridge, Inglaterra, el 16 de febrero de 1864. Su padre, de condición humilde, era un predicador no afiliado a la iglesia oficial inglesa. Cuando William tenía apenas 4 años padeció el infortunio de la muerte de su madre. Su padre decidió entonces unirse a un contingente de emigrantes que emprendían un viaje hacia América.
En 1872 llegó a Paraguay junto a su padre y tres hermanos. Debido a que la empresa que los había traído y contratado se desintegró ni bien llegaron, la familia Morris se movió hacia el sur afincándose en una zona rural en la provincia de Santa Fe en Argentina (1873)
Aquí, las penurias económicas agobiaban a los Morris. William, que de pequeño demostraba su interés por la lectura, apenas si tenía tiempo para dedicarse a ella ya que debió trabajar como granjero y luego como empleado doméstico.
En el barrio de La Boca
En 1886, ya con 22 años, el autodidacta Morris, quien había apenas completado su tercer año de instrucción en Inglaterra, se mudó a Buenos Aires. Instalado en la zona del puerto, comenzó a ganarse la vida pintando barcos.
Allí, en “La Boca”, en lo que William Morris describió como “el peor barrio de Buenos Aires”, comenzó a congregarse en la Iglesia Metodista local.
La Boca, por ese entonces era un conglomerado plagado de conventillos, inmigrantes pobres, desilusionados, y de niños que no tenían mas perspectiva que la de mayor pobreza, promiscuidad y delincuencia.
Este cuadro de terrible indigencia movilizó a Morris. Con el poco dinero con que contaba alquiló un pequeño y descuidado conventillo y abrió un humilde comedor para los niños de la calle. En ese mismo lugar abrió una escuela dominical de la que se ocupaba personalmente. Los niños recibirían “pan para el cuerpo y el alma”.
En 1889 fue ordenado predicador de la Iglesia Metodista de La Boca. Se casó con Cecilia O’Higgins con quien tuvo un hijo que falleció prematuramente. Este luctuoso suceso, lejos de derrumbarlos, los impulsó a la dedicación completa a su vocación.
Además de dedicarse a la obra con los niños, que hacia 1893 contaba con una asistencia diaria de cerca de 150, ayudaba y predicaba a marineros, inmigrantes y otros desposeídos.
Primer viaje a Inglaterra
El éxito de su misión provocó una fuerte reacción del clero local. Influenciados por este, los fieles y adinerados católicos no aportarían recursos, al tiempo que influían negativamente sobre las autoridades.
Ante esta situación William Morris se vio en la necesidad de viajar a Inglaterra para juntar dinero. Allí tuvo la oportunidad de visitar la tumba de su padre que había regresado a su patria, y de conseguir apoyo financiero de empresarios y otros hermanos evangélicos.
En 1897 se sumó a la Iglesia Anglicana, ordenándose diácono y luego Presbítero, por el entonce Obispo de las Islas Malvinas, el Rvmo Waite Hocking Stirling. Consiguió así que su obra sea patrocinada por la Sociedad Misionera Sudamericana, fundada por Allen Gardiner.
En el barrio de Palermo
De regreso a Buenos Aires, en 1898 rentó una casa en el barrio de Palermo, distante unos pocos kilómetros al norte de La Boca y que exhibía por ese entonces características sociales similares. Esto lo hizo según se lo sugiriera el Consejo Nacional de Educación, ante quien William Morris había presentado un proyecto formal.
Allí continuó la obra que había iniciado años antes. Se acercó a los niños pobres de la calle, les dio higiene, ropa y calzado. Y hecho esto, empezó el verdadero y mas importante objetivo: Brindarles amor y educación.
Fundó una escuela gratuita para niños varones que pronto legó a tener 220 alumnos, y una de niñas que llegó a tener cerca de 200. al poco tiempo abrió una tercera escuela, y para 1899 sus alumnos ya se contaban en 600.
Para 1904 las “Escuelas Evangélicas Argentinas” contaban con una matrícula de mas de 2700 alumnos. Además de la enseñanza gratuita se instituyeron complementos como por ejemplo reparto de ropa, alimentos y asistencia médica.
Luego de 10 años de presencia en Palermo y sus alrededores, las Escuelas Evangélicas Argentinas ya pasaban los 5300 alumnos.
En el barrio de Palermo estaba por ese entonces la Penitenciaría Nacional. Allí también la obra de William Morris hizo sentir su presencia.
Las Escuelas Evangélicas Argentinas
“En 1910, año del Centenario de la Independencia, la escuela contaba con ocho escuelas en los barrios de Palermo, Maldonado, Villa Urquiza, Coghlan y Almagro, un Instituto Industrial de Artes y Oficios, escuelas de telegrafía y música instrumental, y clases nocturnas primarias comerciales, y de inglés en tres escuelas. La mayoría de las escuelas estaban insertadas en barrios carenciados, suburbios donde se asentaba un proletariado del lento proceso de industrialización. Las escuelas permitieron el ascenso social gracias a un proyecto de vida que integraba las raíces evangélicas, el mundo laboral y la participación ciudadana.
El proyecto educativo del estatal tuvo como meta principal la integración social, la construcción de una identidad nacional. La ausencia del Estado educador en la formación laboral generó que mano de obra calificada de técnicos y obreros se importaba del extranjero, igual que los productos industriales. La educación estatal no transmitió una ética del trabajo, ni puso énfasis en la capacitación del trabajo artesanal e industrial.
Las Escuelas Evangélicas de W. Morris ofrecían una formación enciclopédica similar a las escuelas estatales, sumando contenidos de ética cristiana y de ciudadanía responsable y activa. En la formación la formación profesional, es donde las Escuelas Evangélicas Argentinas ofrecieron una verdadera alternativa. En 1901 se inauguraba el Instituto Evangélico Industrial en la avenida Santa Fe, que contaba con talleres de carpintería, ebanistería, herrería, mecánica, electricidad, zapatería, sastrería, con cursos para jóvenes y adultos. Además se formaban técnicos contables, dactilógrafos, taquígrafos, estudios en inglés y una sección especial que era la Escuela de Telegrafía.
El aprendizaje teórico se realizaba en el trabajo, y el instituto se transformó en un centro de formación y producción que proveía a las necesidades de los institutos y colocaba trabajos a pedido para grandes tiendas.
La salida laboral, rápida y efectiva de los egresados, significó una proceso de movilidad social y crecimiento personal, entre familias que provenían de zonas marginadas de la ciudad. El éxito de las escuelas de Morris en este sentido, llevó a que el diputado católico Ponciano Vivanco, presidente del Consejo Nacional de Educación, afirmara en 1902: “ Hay que lamentar que no haya cincuenta o cien mil personas como Morris en la Argentina.”
En un contexto político que de manera sistemática restringía la participación y el protagonismo en la vida cívica a amplios sectores de la sociedad, las escuelas evangélicas intentaban construir rutinas y prácticas pedagógicas, que pugnaban por conformar una sociedad más democrática. En ese sentido, las instituciones educativas, se sumaban a gran cantidad de asociaciones filantrópicas, literarias, patrióticas y sindicales, que buscaban la creación consensuada de un nuevo tipo de organización para la sociedad argentina. Las escuelas evangélicas de W. Morris estimularon la intervención activa de alumnos, docentes, familias, organizándola y expresándola en formas no oficiales.
Las prácticas democráticas fueron ensayadas en el seno de las escuelas tanto por la sintonía con las ideas del liberalismo político como por una interpretación de las ideas sociales derivadas del cristianismo. De esa manera se rechazaba la argumentación católica que presentaba a la democracia como reñida con las ideas cristianas, y se afirmaba que ese punto de vista era la continuación de la legislación y prácticas coloniales. La democracia, desde la revista cultural La Reforma que dirigía Morris, se sostiene con fundamento bíblico y en los conceptos teológicos del sacerdocio universal de los creyentes y la responsabilidad personal. Así se entienden las prácticas de sufragio entre los maestros. Ante la necesidad de mejorar la capacitación docente, las Escuelas de W. Morris implementaron las “Conferencias para Maestros”. Tras la exposición del disertante se debatían las conclusiones que eran sometidas a votación entre los presentes. Pruebas de laboratorio del sufragio universal que la ley Sáenz Peña traería años después.
La creación de diversas organizaciones derivadas de las Escuelas es otro signo de vitalidad participativa como la que se daba en la Sociedad Cooperadora, Sociedad Patriótica de Señoras, y la Asociación de Ex alumnos”*
Mecenas
A pesar de la fuerte oposición de la Iglesia Católica, que hizo cuanto pudo para frenar el progreso de la “educación protestante” hubo personalidades de renombre que apoyaron la obra de William Morris. Algunos Presidentes como Bartolomé Mitre, Julio A. Roca, Marcelo T. De Alvear, el ministro y luego Juez de la Corte Suprema Antonio Sagarna y el presidente del Consejo de Educación Juan Cárcamo.
La “década infame”
La política argentina pasó por un tiempo de extrema corrupción y oscuros contubernios que los historiadores dieron en llamar “ La Década Infame”. En esta época la obra de Morris fue afectada por los avatares de la crisis.
Para 1932 las Escuelas Evangélicas Argentinas tenían unos 7100 niños y unos 200 maestros, además del resto del personal. El gobierno nacional disminuyó drásticamente el apoyo y la obra se resintió.
Segundo viaje a Inglaterra
Para ese entonces, la salud de Morris estaba severamente deteriorada. Casi a punto de morir retornó a Inglaterra. Antes de ello, le encargó a su amigo y Juez de la Corte Suprema, el doctor Antonio Sagarna, que intercediese ante el presidente Agustín P. Justo, para que pagase las deudas de las escuelas.
Algunas obras que persisten en la actualidad
Hogar El Alba. Es la obra social de Morris de mayor envergadura. En 1932, año de la muerte de WCMl, albergaba a 350 huérfanos. Hoy en día, relocalizada en Longchamps, provincia de Buenos Aires, sigue cumpliendo una importante misión: alberga a 60 chicos de entre 5 y 21 años y tiene un novedoso programa educativo, que que incluye clases de cocina y hasta un tambo donde además de la leche se obtienen queso y ricota. Por allí pasaron dos queridos actores argentinos, Juan Carlos Altavista y Osvaldo Miranda. Su página web es http://www.hogarelalba.com.ar/.
Iglesia Evangélica Metodista de La Boca (Olavarría 677). Fue fundada por Morris el 31 de marzo de 1890, poco después de su arribo a La Boca. Al principio, la obra de Morris se enmarcó en las actividades de la llamada "la Misión", que ya desplegaba su actividad en el lugar. Luego de la llegada de Morris, la Misión se transformó en una Iglesia. Actualmente, el edificio de la Iglesia tiene alrededor de 30 metros de altura, con dos torres laterales de estilo moderno. El templo, inspirado en la Capilla de Epsworth (Inglaterra), cuenta con un hermoso vitraux en el que está representada la figura del "Buen Pastor", copia del cuadro original que se halla en el Museo de Arte de la ciudad de San Francisco. También tiene un órgano inglés que data de 1910, con 83 tubos y una gran pedalera; los muebles fueron realizados por un carpintero del barrio. La Iglesia, además, sostiene tres escuelas: William C. Morris ( inicial EGB y primaria), William C. Morris (secundaria) y la Escuela Juana Manso en el barrio de Dock Sud. Al mismo tiempo, paralelamente a las tareas específicas del culto, en la Iglesia funciona una Sociedad Femenina, un Jardín de Otoño (que atiende a personas de la tercera edad), una liga de adolescentes, el llamado Templo Abierto, un grupo de matrimonios y un servicio de culto para niños.
Iglesia Evangélica San Pablo. Su piedra fundacional fue colocada por William Morris el 27 de junio de 1899. Contigua al edificio original del Hogar El Alba (hoy día Instituto Penal Agote), la iglesia estaba destinada a ser el centro espiritual de su obra social y educativa en el barrio de Palermo. Dirección: Charcas 4670 (4773-8391).
Biblioteca Popular William Case Morris. Anteriormente conocida como "Biblioteca de las Escuelas e Institutos Filantrópicos Argentinos", en ella se encuentran los archivos del filántropo anglo-argentino, su correspondencia, fotos originales, diplomas, la colección de la revista "La Reforma" y varios objetos personales como su galera, lentes y la conocida valijita con la que recorría despachos oficiales y salone,s de hombres de fortuna para obtener fondos para sus obras. Dirección: Güemes 4621.
Trabajos literarios: Semejante a Cristo, Objeciones comunes al cristianismo, Con Cristo en la escuela de la oración, La infalibilidad de la Iglesia, varios comentarios sobre las epístolas paulinas, como también a través de la sólida revista La Reforma, de la que fue fundador.
Cuando En El Cielo Pasen Lista
El 29 de noviembre de 1945 se estrenó en Buenos Aires la obra “Cuando En El Cielo Pasen Lista”.
Esto es lo que publicó el diario La Nacion el 30 de noviembre de 1945:
Imagen: “250.000 niños pasaron por sus escuelas. Son hoy mujeres y hombres que veneran a William Morris"
Historia noble de una existencia heroica
Fuente: Diario La Nación, 30 de noviembre de 1945
Producción de Aconcagua, hablada en nuestro idioma. Presentada ayer en el Opera por Cinematográfica Interamericana. Intérpretes principales: Narciso Ibáñez Menta, Aída Alberti, Ricardo Passano (hijo), Ilde Pirovano, José Olarra, Homero Cárpena, Raimundo Pastore, Froilán Varela y los niños Luis Zaballa y Juan Carlos Barbieri. Director: Carlos Borcosque
La vida ejemplar de William C. Morris, su acción bienhechora en nuestro país, desinteresada y útil, ha sido reconstruída con trazos muy nobles en la producción de Aconcagua que ayer se conoció en la sala de la Opera. Titulada, como se sabe, "Cuando en el cielo pasen lista", alusión a una idea del argumento, y dirigida por Carlos Borcosque, ofrece, a través de una trayectoria que presenta tres períodos en la vida de William C. Morris, lo más representativo de su existencia y en particular el reflejo hermoso de su obra, de su pasión por los niños. Evocación, pues, de un hombre extraordinario, es al propio tiempo esta película un homenaje a su memoria. Este segundo carácter deriva de la calidad de su realización, de la digna medida en que ha sido presentada la figura del filántropo que puso entre nosotros, con superior sacrificio, la piedra fundamental de instituciones que serían con el tiempo su honra más pura.. "Cuando en el cielo pasen lista" destaca con primordial relieve la severa construcción narrativa, muy a tono con la sencillez proverbial de William C. Morris con su modesta consagración como educador.
La emoción de este relato reside no sólo en los motivos anecdóticos, si no en la comunicativa vibración de sus figuras. Todos los elementos conducen a esa emoción: la constancia heroica del fundador de escuelas, el medio de su labor, el cuadro infantil que es su marco, la ternura de su confianza en el alma infantil. Pero nada de ello ha sido objeto de especulación fácil o de aprovechamiento destinado a la repercusión directa sobre la sensibilidad del público. Una mesura que habría llevado a la monotonía mantiene en la sucesión dramática su tono general, conteniendo arrebatos o exaltaciones. Entre todo ellos surge la voluntad decidida del apóstol y del luchador, fuerte en su vocación irrenunciable.
A la obra de Morris, como a los rasgos de su vida, que le dieron tanto prestigio y lo rodearon de tan cálido afecto popular, se circunscribe el libro de "Cuando en el cielo pasen lista", sin pretender creaciones ajenas a la verdad biográfica y a su sentido generoso.
Pero surge de la película con pureza indudable la imagen que la inspira. Lo episódico en la continuidad escénica no es otra cosa que la evocación de aquel influjo del maestro sobre el espíritu de sus discípulos. Desde el comienzo de la acción y tras fugaces impresiones del ambiente y época a propósito de la celebración que la entrada del siglo XX provoca en Buenos Aires, se asiste a la iniciación del educador que busca en la solidaridad de todos el apoyo para su obra. Se le ve recorrer con su perseverante voluntad los domicilios, en que pide sin reparos la ayuda para sus niños. Se le ve asimismo en lucha contra la incompresión y la indiferencia, sacrificado y sufrido, y llevando adelante su empresa espiritual y material sin que desfallecimiento alguno interrumpa la seguridad de su marcha. También se asiste a la amargura que apenas se dibuja en la fisonomía del maestro y que sin embargo trabaja su corazón cada vez que surge una derrota para su confianza en la transparente pureza del niño. Por esa huella biográfica se llega a los periódos más intensos de su afán y luego a la declinación que habrá de motivar, ya en plena victoria de su creación, el viaje a Londres. Con la noticia de su muerte se cierra la narración, en circunstancias en que se rinde culto a su esfuerzo en uno de los establecimientos que lo consagra.
"Cuando en el cielo pasen lista" acusa alguna repetición en los motivos colocados para señalar el carácter de Morris, carácter que obtiene en la actuación y el maquillaje de Narciso Ibáñez menta una ajustada fidelidad. Se identifica el actor con la figura del educador a través de su notoria calidad interpretativa. Su William C. Morris participa de los rasgos más recordados del filántropo y lo evoca con pulcritud y acierto. Junto a él intervienen Aída Alberti, en un papel muy breve; Ricardo Passano (hijo), con acento dramático, y el niño Juan Carlos Barbieri, que destaca excelentes condiciones. En los demás puestos figuran Ilde Pirovano, con escaso compromiso; Homero Cárpena, en un tipo pintoresco, del que saca buen partido; Raimundo Pastore, José Olarra, Froilán Varela y otros. Bajo la dirección de Borcosque, el relato cinematográfico acentúa su interés a medida que avanza, hasta señalar en las etapas finales su sentido más noble. La música colabora eficazmente. Los decorados, ajustados a la historia. Presentó la película la Cinematográfica Interamericana”
Muerte de William Morris
El 15 de septiembre de 1932, tomado de la mano de su fiel compañera Cecilia, el filántropo, educador, y pastor partió a los brazos del Creador a quien había servido.
Su lápida dice: “William C. Morris (1864-1932) Fue una de esas vidas que dulcemente obligan a creer en Dios”
Short Biography of Rev William C. Morris (in English)
The Rev. William Case Morris (1864-1932) ; his life and work in Argentina. (adapted from the Soham “Grammarian” - editions Summer 1940 and New Year 1955) William Morris was one of the most enthusiastic philanthropists of his age. He was known in South America as “the children’s friend.” He was born in Ely, near Cambridge, England, in 1864. He went to South America as a young man and started a business career. In 1886 he settled in Buenos Aires; in his free time he worked among poor people of the city. He formed many groups among the poor and paid a man to educate them. He had abandoned his plan to become a banker. In 1889 he started the Boca Mission. This mission was to bring education and Christian teaching to the working classes; Morris worked with the America Methodist Episcopal Church. He returned to England in 1892. On his mother’s death he decided to dedicate his whole life to improve the conditions of the poor children of South America. In 1897 the South American Missionary Society (S.A.M.S.) accepted Morris. Later that year, with money donated to the Society, he went back to South America with his wife. On his return he was ordained minister in the Anglican Church by the Rt. Rev. Waite Hocking Stirling, then Bishop of the Falkland Islands. In Palermo, Argentina, he founded a new school. At first there were only 18 pupils, but it soon had over 2,000 pupils. This school was the beginning of the large organisation, “The Argentine Philanthropic Schools and Institutes”. The organisation provided for the education and training of people of every age, adults and children. Not only Christian education, but also medical examinations, careers advice and practical help were given to the poor and middle classes. One of his famous projects was the El Alba children’s home, founded in 1925. 350 homeless children here received education and practical life-skills, woodwork for boys and dress-making for girls. He also founded and built a church, a chapel, three mission halls and five Sunday schools. The money for this came from many private people and from government. Through this work thousands of poor came to know Christ. His monthly magazine “La Reforma” also influenced the educated people of Argentina. In 1925, the future King of England saw Morris’ work in South America. A national figure in South America, Morris continued his work there until 1932, when he returned to England after an illness, with his wife. On the point of returning to Argentina, Morris died in Soham and was buried there on 17th September ,1932. Aged 68, he had spend nearly 50 years of his life helping the poor of South America. At his death there were many words of gratitude. The Argentinian periodical “La Voz” wrote “For thousands of citizens of Argentina who do not know England, who have never seen its cities… the small town of Soham, insignificant in population, commerce or social life, is for them the most important place in that great country.” Unlike most British people then living in South America, Morris did not shut himself among a small group of friends. His life was open and unselfish. Without a proper theological training, he yet gave his life to preaching, and to finding money for his educational work. His life was one of noble self-sacrifice. His wife’s social, education and spiritual work was also recognized. She died in 1940. |
Some William C Morris witty sayings
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1 comentario:
viva yo soy de la escuela willian morris vamos!!!!!!!!!!!=)
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